jueves, 19 de noviembre de 2015

¿Quién es Alfredo Sánchez Sansano?

Seguro que estarás pensando que Alfredo es un atleta de élite, o quizás un corredor muy popular en la provincia de Alicante o Murcia. Alfredo no es deportista, sin embargo, es alguien que está relacionado indirectamente con el mundo del running. 

Ya te hablé de él hace mucho, fue mi segundo post: "Encuentro con los Ultrafondistas Sin Fronteras". En aquella entrada te hablaba de mi pequeña reunión con este grupo de ultra-runners y cuál era el motivo por el que estaban corriendo 500 Kilómetros en 7 días.

Alfredo es un chico como cualquier otro: simpático, alegre, fiestero, familiar, elocuente, sincero, trasnochador y un virtuoso cantante.

Tiene treinta añitos, crevillentino y una vida muy activa, siempre está ocupado con numerosos amigos que lo visitan en casa y se ha convertido en un “personaje público” como indica su página Facebook, con más de 5700 seguidores, además de ser todo un referente como Community Manager (no hay mensaje privado que deje sin contestar y todos los días actualiza su página manteniendo la actividad)

Es posible que lo hayas visto en televisión y no lo recuerdes, ha salido en los periódicos y jamás ha huido de la prensa.

¿Qué convierte a este chico en único?

Por desgracia, Alfredo no es conocido por sus múltiples habilidades y cualidades, ni por tener tanto éxito como Justin Bieber, lo que lo hace especial es que jamás ha perdido la sonrisa ni ha tirado la toalla por estar postrado en una cama durante muchos años.

Alfredo padece Distrofia muscular de Duchenne, una terrible enfermedad que desde muy pequeño ha ido deteriorando su musculatura hasta dejarlo tumbado en una cama.
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"Alfredo el luchador". Fotografía extraída de su página facebook.
En el momento que fui a conocer a ese grupo de valientes corredores, tenía intención de presentarme a Alfredo, también quería conocerlo y preguntarle cientos de cosas; cuando llegué a la población de la Murada ya se había marchado a casa.

Desde aquel día, he mantenido contacto con Alfredo a través de la red social “Facebook”. El día que anunció que tenía número de lotería para navidad, pensé en que era la mejor “excusa” para hacerle una visita, conocerlo personalmente, y quién sabe… ¡hasta podríamos ser agraciados el 22 de Diciembre!

Tras varios intentos de acercarme a recoger el número y no encontrar lugar, quedé con Alfredo para el día 3 de Noviembre. Me pasó una dirección y un teléfono de contacto.
El GPS me envió al centro de Crevillente, no visualizaba el número de la vivienda, pregunté a varias personas por mi amigo, y todas lo identificaban coincidiendo en que vivía “por el campo”. Llamé al teléfono y lo cogió su padre, intentó guiarme, pero estaba hecho un lío y el tiempo se apresuraba en mi contra.

Su padre, José María, me indicó un lugar muy cercano a mi ubicación, donde poder hacerme con un décimo. Me invitó a conocer personalmente a Alfredo, le respondí que esa era mi intención, no el recoger un décimo, ese era el motivo secundario. Quedamos en vernos otro día en el que José María tuviera lugar a acudir en mi búsqueda si yo no encontraba la casa.

El día 6 de Noviembre, tuve que ir a la Universidad de Alicante a recoger unos documentos, le pedí a mi madre Encarnita, que me acompañara, y así, se distraería un poquito y saldría de casa. Acabamos el trámite a buena hora, la suficiente como para intentar llegar a casa de Alfredo. Se lo comenté a mamá y salimos dirección Crevillente.

Próximo a la salida de Crevillente-Albatera por la carretera general, llamamos a José María que gustosamente se ofreció a recogernos en la gasolinera próxima a la salida hacia la autovía A7.

Se detuvo un coche muy cerquita del nuestro, era José María, bajó del vehículo e hicimos una breve presentación; nos pidió afectuosamente que le siguiéramos.

Tras unos minutos circulando por caminos asfaltados donde reinaba la ausencia de viviendas, giramos hacia la izquierda y allí estaba su hogar: una humilde casita con buena extensión terrenal, vigilada por un cariñoso pastor alemán y un “cerdito vietnamita” de gran tamaño llamado Pumba, era dos veces el can, el cual deambulaba alegremente por las propiedades haciendo una guardia admirable.

Ya en el interior, una furgoneta con la cara de Alfredo se encontraba debidamente estacionada frente a la puerta principal. José María nos invitó a su modesta morada.

Tres mujeres de alegres rostros nos recibieron a mamá y a mí: una de sus tías, su madre y su querida abuelita.

Alfredo se encontraba echado sobre su inseparable cama articulada y descansaba sobre su hombro derecho.

- ¡Hola, Alfredo! ¡Aquí este el Mike! – exclamé cuando me acerqué a su lado, sin saber si mi amigo sería capaz de hablar, al ver como una mascarilla ocultaba su boca -.
- ¡Hola, Mike! ¿qué tal? – me respondió -.
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Alfredo y su sonrisa. Fotografía extraída de su página facebook.
Increíble, la voz de Alfredo salía al exterior a través de un minúsculo micro dispuesto en el interior de aquella asfixiante mascarilla de oxígeno, el cual, se comunicaba en su extremo opuesto con un sencillo amplificador de guitarra eléctrica. 

Me dio mucha alegría saber que el “famoso” crevillentino podría charlar conmigo el ratillo que allí estuviera. Antes de que se me olvidara, pedí a su padre el décimo de lotería, no fuera que nos marcháramos y se quedara allí.

Realicé un pequeño cuestionario al bueno de Alfredo, que lo tomó con total naturalidad y simpatía.

Hablamos de su enfermedad, de su problema con el ADDA (Auditorio de la Diputación de Alicante) de amistades comunes, estudios, deporte, familia, versamos sobre nuestras parejas presentes y pasadas, descubrimos aficiones comunes como la música, bromeamos sobre mi “nueva” barba, en fin, mantuvimos un diálogo como hacen dos amigos que llevan mucho tiempo sin quedar, pero se conocen de toda la vida.

Fruto de nuestras conversaciones descubrí que Alfredo era del F.C. Barcelona, igual que mi sobrinito Jordi y mi cuñado, que la mascarilla a penas le molestaba para hablar, que su furgoneta estaba dotada con una buena batería en caso de que se marchara la luz, que estaba revisando un libro que una amiga había escrito sobre él, y que era un excelente cantante (no hizo falta rogarle mucho para que interpretara la canción “Cocinero, cocinero de Antonio Molina”)

No pude reprimir hacerle una pregunta sobre un comentario que leí por Facebook, de una persona que había ido a visitarlo mucho antes que yo; la persona afirmaba que Alfredo era ciego. Le expuse aquella observación a mi amigo y me contesto que no veía demasiado, tan sólo un poquito y distinguía apenas las figuras de aquellos que lo visitaban.

La entereza, locuacidad y alegría reflejada en el rostro de Alfredo, me impregnaron muy hondo; me ausenté de la realidad por unos segundos, tratando de ponerme en su lugar, francamente, no vi luz en ninguna parte. Pese a la dureza de su enfermedad, siempre encuentra un motivo por el que continuar su lucha en busca de una solución que le permita vivir mejor y poder actuar como cualquier otro chico de su edad.

Se nos hacía un poquito tarde, así que, José María sacó su cámara digital y plasmó nuestra visita.
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Con Alfredo y mamá. Fotografía de José María Sánchez.
Gracias a Alfredo, José María y toda su familia por darnos la oportunidad de conocer a este luchador innato que actúa de atrapasueños transmitiendo únicamente positividad a sus visitantes.

Las medicaciones y cuidados de Alfredo, requieren un vuelco especial de su familia, ausentándolos de cualquier trabajo estable, por lo que cualquier pequeña ayuda económica y/o presencial les alivia notablemente.

Si queréis un décimo para estas navidades y así colaborar con Alfredo, tenéis mil puntos donde adquirirlos, especialmente en Crevillente, pero os invitaría al igual que hicieron conmigo, que os acerquéis personalmente a este “personaje público” de gran corazón. No hay mayor ilusión para Alfredo que conocer nuevas amistades que enriquezcan su realidad más allá de las cuatro paredes de su hogar.

Número de cuenta para aportaciones voluntarias: 
ES90 3005 0047 5722 5949 4116

2 comentarios:

  1. pepe calzada cervero19 de noviembre de 2015, 21:05

    Mikel, tu eres unos de las personas afortunadas que has tenido la suerte de conocer al gran Alfredo y su maravillosa familia, suscribo totalmente tus palabras, transmite un optimismo desbordante y hace que cuando has estado con alfredo salgas con las pilas cargadas

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    1. ¡Me alegra saber que te sientes identificado con mis palabras, Pepe!. Desde luego que ganas por seguir luchando, no le faltan a Alfredo, ¡tiene un corazón enorme!.
      Ojalá el mundo entero tuviera la oportunidad de conocer a este guerrero imbatible; alejaría de todos y cada uno de nosotros, con total seguridad, la negatividad de nuestro día a día retornándola en forma de alegría y esperanza.
      Un abrazo, Pepe!

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